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De entrada, hay que precisar que la alienación se debe entender en su sentido etimológico: a-lienar significa «romper el vínculo, tornándolo ajeno u hostil, de un progenitor a su hijo». Es decir, alienación parental es hacer a un menor ajeno a su padre o a su madre. El vínculo se rompe, por extensión, a la familia extensa y red social del progenitor alienado.

La definición básica de alienación parental se refiere a «toda situación en la que un niño rechaza injustificadamente a su progenitor, por lo menos no explicable por la calidad anterior de la relación». Esta patología del vínculo que conduce al rechazo patológico y a la ruptura puede provocar que un niño olvide el amor que ha recibido y dado, y aprenda a desaprender a querer a uno de los progenitores. He comprobado que cuando jueces y fiscales y/o equipos psicosociales preguntan a niños o niñas acerca de algún recuerdo positivo hacia el progenitor alienado manifiestan con claridad que no recuerdan ninguno. 

El SAP se encuadra en el marco de las relaciones familiares, definido así por el American Journal of Psychology: «Trastorno cuya principal manifestación es la campaña de denigración hacia uno de los progenitores, o el rechazo al mismo, debido a la influencia del otro combinada con la propia contribución del niño». 

Es un maltrato psicológico que lo puede ejercer tanto un padre o una madre frente a sus hijos para hacerles creer lo perverso que es el otro padre, con el fin de que el hijo rechace u odie de manera patológica a un padre o a una madre, y romper el vínculo parental.

El término SAP solo es aplicable cuando el progenitor rechazado u odiado no ha mostrado conductas que justifiquen esa actitud de los hijos. Cuando existe maltrato o abuso hacia un menor, el constructo SAP es inaplicable. 

¿Es una enfermedad el SAP?

No. El SAP es una forma sutil de maltrato psicológico/emocional infantil, y constituye una patología relacional por la cual un progenitor transforma la conciencia de sus hijos mediante distintas estrategias de manipulación, con objeto de impedir, obstaculizar o destruir los vínculos con ese padre o madre. El rechazo injustificado del hijo es el resultado de una campaña de desprestigio e injurias por parte del progenitor alienador, argumentos que el hijo interioriza iniciando por sí mismo los ataques contra el otro progenitor hasta que al final rompe los contactos con él. La literatura científica recoge que no se trata de una enfermedad, sino de un síndrome; es decir, un conjunto de síntomas que identifican y diferencian la situación de otros problemas que podemos encontrar en los procesos de ruptura entre progenitores. Los síntomas así entendidos deben considerarse información; esto es, una comunicación que nos indica y define el problema familiar al que nos enfrentamos. El sistema relacional en el que se desarrolla y donde el menor afectado está inmerso es patológico y daña la salud mental en los implicados. Por tanto, el problema relacional podría ocasionarles patologías, en cuyo caso sí se puede hablar de trastornos —depresión, ansiedad, somatizaciones, alcoholismo, etc.—, como los entiende la psicología y la psiquiatría

Esteban Bastida Martín

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