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Si observamos quién se ha opuesto a la admisibilidad del SAP nos encontramos con un lobby de grupos feministas de género – que no feministas de «igualdad» muy bien conectados con el Gobierno de turno, el Parlamento, el Consejo General del Poder Judicial y los medios de comunicación. Pretenden ligar el SAP a la violencia de género, cuando en realidad está en las antípodas, pero las suculentas subvenciones que se obtienen para la violencia de género hace que se antepongan los intereses económicos a los derechos humanos de los menores víctimas de SAP. 

El problema para los negacionistas no es la cuestión epistemológica, es decir, que los verdaderos científicos, a partir del fenómeno de la alienación parental, lo hayan formulado como un síndrome. El problema para el lobby feminista no es el SAP, sino el que científicamente se describa un maltrato psicológico que puede ser ejercido tanto por el hombre como por la mujer. Por eso se adelantan a negarlo, con lo de otras denominaciones alternativas” –mediatización, interferencias, manipulación, etc- incluso antes de que llegue a ser formulado, cualquier constructo neutro de género que cuestione su dogma fundamental de que la mujer solamente puede ser víctima, nunca victimaria. Lo llamamos «dogma fundamental porque esta es la razón de ser de estos grupos, que acuden al victimismo para lograr derechos especiales, sin deberes. La formulación del SAP, al considerar que la mujer además de víctima puede ser victimaria, es un ataque directo a la concepción de la mujer que los negacionistas construyen. Por ello, estos grupos en realidad únicamente están preocupados por la problemática genérica de cómo se concibe a la mujer ( «El SAP es un constructo neomachista, su formulación es un ataque a las mujeres porque las considera malas»)», sin importarles lo más mínimo los menores con nombres y apellidos que están sufriendo maltrato psicológico.

Los negacionistas pretenden imponer la falsa y perversa idea de que la alienación parental es un invento de maltratadores y pederastas que les permite proseguir delinquiendo con impunidad. Esta mezcla de falsedades, pseudoargumentos y falacias premeditadas con medias verdades, es lo que nos hace calificar de fanatizado tal negacionismo. La diferencia entre un error científico y un discurso acientífico fanatizado ―por ejemplo, que el preservativo no sirve para frenar el sida― es que este último no se hace desde el estudio del método científico, sino desde una postura moral o política. En el primer caso, el que postula el error, lo hace desde los datos de los que dispone. 

Lo que caracteriza al fanático en el caso del negacionismo del SAP es que manipula sin pudor la metodología de las ciencias sociales. A pesar de que los negacionistas manifiestan estar comprometidos con la defensa de los derechos humanos y el interés de los menores —bonum filii—, la realidad es que muestran una absoluta insensibilidad hacia las decenas de miles de niños y niñas que padecen este maltrato emocional psicológico a diario en España —no digamos en el resto del mundo—. 

¿Por qué los fanáticos negacionistas del SAP no aceptan que otros rebatan sus ideas negacionistas? 

La verdadera ciencia siempre admite la confrontación de ideas. Los fanatismos ideológicos evitan la confrontación, incluso discrepancia. Se limitan exclusivamente a promover campañas de difamación y desprestigio, calificando como no rigurosa toda posición crítica, pese a que se aporten datos objetivos que desmonten sus argumentos y datos sesgados y/o radicalmente falsos. 

Cuando Galileo invitó al inquisidor a mirar por el telescopio que acababa de inventar y que probaba que Júpiter tenía satélites, el inquisidor le respondió que no le hacía falta mirar por ningún artilugio para saber que los cuerpos celestes son solamente siete y no más, igual que solo hay siete pecados capitales y siete agujeros en la cabeza. La Biblia ya tenía establecida la verdad inapelable y no era el telescopio de Galileo quien iba a modificarla. Con la ciencia de la AEN, cualquier acusación de maltrato sobre una mujer es una muestra de machismo, por ahí no se debe buscar ninguna evidencia de maltrato psicológico o emocional de un menor. De la misma manera que para el inquisidor el telescopio no sirve para recoger e interpretar datos, tampoco el constructo SAP es válido para recoger y analizar evidencias del maltrato infantil, puesto que cuestiona el dogma posmoderno que una mujer solamente puedes ser víctima, jamás victimaria – verdugo-.

Esteban Bastida Martín.

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