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La medicina desarrolla una labor fundamental en el campo de la salud, pero también en el ámbito social. Gracias a la medicina aparecen datos vinculados al entorno del paciente, entre los que se incluiría el SAP. En consecuencia, los médicos deben tener presente que, entre las llamadas patologías de función social se encuadra esta forma de maltrato psicológico a los menores, que tiene repercusiones tanto en la vida del hijo como en la de la persona maltratadora y la del progenitor excluido o “ diana”.

Comprobar su existencia ayuda a descubrir las causas de otras patologías y por lo tanto, tras constatarla, debería analizarse la influencia de este proceso en las distintas facetas de la vida del niño, como limitaciones en el aprendizaje, cambio radical en su salud emocional, falta de autoestima. Es fundamental tener en cuenta el conjunto de síntomas –  campaña de denigración, justificaciones débiles para el rechazo, ausencia de ambivalencia, fenómeno del pensador independiente, ausencia de culpa en el menor, apoyo al alienador aunque de manera incondicional y sin límites, extensión del rechazo a la familia del progenitor rechazado-, no cada uno de ellos por separado. 

Cuando he solicitado judicialmente la prueba pericial de psiquiatra infantil o psicólogo para determinar la existencia del SAP y dicha prueba ha sido admitida por el tribunal, me he encontrado con que hay profesionales de la psiquiatría o psicología que no han aceptado el encargo de llevar a cabo la exploración del grupo familiar manifestando que no son expertos en la materia, y los que han aceptado el encargo, consiguen elaborar informes periciales de máxima calidad y rigor científico, en tanto tienen experiencia en el diagnóstico y pronóstico del SAP. 

Con el fin de constatar o descartar la existencia de los síntomas de un menor víctima del maltrato psicológico – SAP- , los médicos deberían actuar por defecto y realizar un protocolo suficientemente exhaustivo y técnico, aplicado tanto a los niños como a los adultos, donde médicos y psicoterapeutas actúen de forma conjunta. Cuando se constatan los síntomas, deben activarse mecanismos de reequilibrio del menor, para lo que son útiles las unidades de patología familiar, donde se llevan a cabo tratamientos contra el SAP. Al tratarse de un síndrome que afecta al conjunto de la persona, es preciso que en la solución al problema participen tanto médicos como expertos en la salud mental. A ello deben sumarse los juristas expertos en SAP y los jueces y fiscales deben tomarse en serio esta forma de maltrato psicológico que sufren los menores formándose en SAP y por desgracia es ocultado por las instituciones españolas: Gobierno, Consejo General del Poder Judicial, Fiscalía General del Estado, multitud de jueces y fiscales adoctrinados en el negacionismo del SAP, por asociaciones feministas radicales con perspectiva de género, etc. 

El Colegio de Médicos debería de ofrecer cursos de formación en esta materia con la finalidad de que sus colegiados estén ilustrado de cómo deben abordar esta clase de maltrato psicológico a los menores. 

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