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“El odio, despecho, resentimiento y ensañamiento de un alienador conducen a un asesinato  psíquico sin que uno se manche las manos de sangre”.

Los alienadores son agresores psicológicos y lo progenitores rechazados por sus hijos son agredidos y víctimas – como sus hijos-, pues se trata de una violencia probada y comprobada en mi trayectoria profesional aunque se mantenga oculta por las instituciones españolas y por las asociaciones feministas radicales que niegan el SAP sin fundamentación psico-jurídica alguna.  Nos enfrentamos a un proceso real de destrucción psicológica del otro progenitor que puede conducir a la enfermedad mental o  incluso al suicidio, tanto en los hijos como en los progenitores agredidos o alienados. 

Los alienadores son lobos con piel de cordero y acosan psicológicamente a sus víctimas, que son sus propios hijos y  los progenitores rechazados injustificadamente por sus hijos, utilizándolos a aquellos como arma arrojadiza para conseguir fines espurios y a estos para destruirlos y dejarlos sin sus hijos, sustrayendo en ocasiones  a los hijos en ámbito nacional o internacional; utilizando en muchas ocasiones denuncias falsas de violencia de género – también de abusos sexuales a los hijos-, o denuncias falsas de malos tratos del progenitor hacia los hijos, para obtener ventajas en el proceso de divorcio. También los alienadores ejercen su maltrato psicológico antes y tras el divorcio, como puede ser en los procesos de modificación de medidas. Los niños alienados se quedan huérfanos de padres y para ello, el alienador no recurre a medios de agresión física sino a la agresión psicológica silenciosa y perversa.

Los alienadores se sirven de técnicas o ataques de desestabilización que son habituales entre esta clase de personas perversas: las insinuaciones, las alusiones malintencionadas, la tergiversación de los hechos, las mentiras, las humillaciones, las injurias y las calumnias. Estas personas – padres o madres- son frías, calculadoras, interesadas y malvadas. Por norma general se presentan ante los tribunales de justicia como víctimas y “ falsos/as conciliadores/as” haciendo creer falsamente que “ intentan hacer todo lo posible para que sus hijos quieran al otro progenitor, pero que no les pueden forzar físicamente” o bien aluden “ es el padre/madre los/las que no se saben ganar el cariño de sus hijos”.

Los abogados, en defensa de los menores víctimas de Alienación Parental y de los padres y madres alienados, debemos desenmascarar al alienador/a ante los tribunales de justicia y ello a través de las pruebas que ofrezco y desarrollo en la obra, como puede ser la prueba pericial, documental de las fotografías o vídeos que demuestran la relación de los hijos con el padre alienado antes de dar inicio la dinámica de agresión o acoso psicológico y la prueba del interrogatorio al alienador. El comportamiento perverso de los alienadores está expuesto a un control más riguroso de sus actuaciones dentro de los procesos de familia y de violencia de género, donde esconden sus verdaderas “ armas psicológicas” e intentan engañar a los jueces y fiscales presentándose como víctimas que tratan de proteger a sus hijos del maltrato al que es sometido por el progenitor rechazado/agredido o diana.

 Los alienadores son perversos, carecen de empatía, construyen falacias contundentes, son agresores psicológicos y peligrosos, pues su seguridad y autoestima se nutren del daño, difamación y humillación que pueda ocasionar al otro progenitor, provocándoles además satisfacción emocional el proceso de alienación desde cuatro vertientes:

1ª.- Al contemplar cómo los hijos van rechazando u odiando progresivamente de manera patológica al progenitor diana.

2ª.- Al contemplar cómo el progenitor alienado se va hundiendo psicológicamente. Como pierde a su actual pareja – objetivo a destruir también por el alienador -; cómo pierde el amor de unos hijos que en su día amaron a ese padre. Disfrutando de ver al progenitor alienado en un proceso penal de violencia de género.

3ª.- Al contemplar cómo se va desmoralizando el progenitor alienado, al sacarle de su línea de vida y en consecuencia apartándole de su destino. El progenitor al que se le hace ajeno a sus hijos ve incierto su futuro y el de sus hijos, siente desesperanza, aislamiento, indefensión, ansiedad, estrés, insomnio y en ocasión depresión, necesitando recurrir a tratamiento farmacológico y terapéutico. A todo ello se le suma la impotencia y angustia al comprobar que la Justicia no hace nada por ayudar a sus hijos de manera rápida, contundente y eficaz. 

4ª.- El rechazo de un hijo puede deberse tanto al odio como a la indiferencia, e incluso también al miedo que siente hacia el progenitor perverso.

La  indiferencia es algo sustancialmente diferente al miedo, ya que no suscita reacción emocional. Son muchos los padres que ven como sus hijos pasan por la fase de rechazo y a veces indiferencia, que es la peor de las fases, pues es el punto culminante de la exclusión: si el hijo está tan fuera de la vida del progenitor excluido que éste ni siquiera suscita reacciones de rechazo o afecto, la alienación está completada y puede aparecer en el tercer y último grado del SAP – SAP SEVERO-. En los rechazos propios de la Alienación Parental, tanto el odio como la indiferencia pueden estar presentes durante el proceso, e incluso ser terminales. Sin embargo, he constatado que el paso del tiempo y la madurez del hijo – cuando se acercan a la mayoría de edad, o la traspasan alejándose del foco de alienación- determinan la búsqueda, el interés o el reencuentro con el padre que había quedado injustificadamente excluido. El paso del tiempo hace que el odio o la indiferencia se relativicen y puedan ser sustituidos por ganas de conocer, de rehabilitar o incluso de compensar. 

La violencia psicológica se ejerce por el alienador sobre el cónyuge o excónyuge al que se quiere aniquilar. Pero es indudable que esa violencia también la sufren los hijos. Éstos son víctimas porque al principio se niegan a distanciarse del progenitor agredido/rechazado/diana, pero el perverso alienador hace que sus hijos sean testigos de lo que les concierne exclusivamente a los adultos ( les enseñan las resoluciones judiciales…), recibiendo toda la maldad que el alienador lleva dentro. Se les adoctrina, como si se tratase de una secta, en el odio al otro progenitor, Se les roba el amor de una figura insustituible como es la de un padre o una madre, se les roba su infancia y adolescencia castrándoles emocionalmente sin que puedan desarrollarse sanamente como cualquier niño; en definitiva, se les roba su felicidad. 

¿ CUÁLES SON LA MENTIRAS MÁS USUALES DEL ALIENADOR?

1ª- Mentiras dirigidas al hijo alienado. Mentiras acerca de lo “ malo “ que es el otro progenitor; que “no paga la pensión de alimentos”; que “les abandonó cuando eran pequeños y se fue con otra mujer, o con otro hombre”; “te quiere raptar”, “jamás te ha querido”, “le he puesto una denuncia y está en calabozos por malo”, etc. Muchas de ellas son informaciones terribles que se le dan al menor sobre el progenitor excluido, quién ahora solo es descrito mediante innumerables defectos, mentiras, injurias y calumnias. 

Existen también las mentiras acerca de la conveniencia de que ese progenitor quede excluido, algo que se justifica diciendo que es necesario para la vida normalizada del menor. Ej: “ no tienes la obligación de ir con él/ ella”, “ estarías mejor si te quedaras conmigo”, etc. Y también están las mentiras que pretenden negar todo lo que dice el progenitor excluido. Ej: “ no te creas lo que dice”,  “ es igual de mentiroso/a que tu abuelo/a”, “ todo se lo inventa”. En su conjunto son maneras de ir programado al menor paraque, poco a poco, vaya procesando la información, que acabará calando hasta el punto de que el niño llegue a ver al otro progenitor como un mal padre. 

2º.- Mentiras hacia el progenitor al que se pretende destruir. Los perversos alienadores elaboran falacias contundentes y casi siempre rodeadas de auténtica crueldad. Están bien urdidas y su objetivo es conseguir que progresivamente que padre o la madre objeto de exclusión sea cada vez más percibido como extraños a la propia familia. Son frecuentes las críticas e injurias concentradas en lo mal que cría y educa al hijo. En que nunca ha estado presente en la vida de los hijos ( ha sido un padre/madre florero). A este desprestigio el progenitor alienador se va erigiendo como el único garante de la educación y crianza de los hijos, con lo cual la exclusión está afianzada. 

3º.- Mentiras dirigidas al entorno. Los alienadores dirigen sus mentiras a terceros, amigos familiares, para conseguir apoyo incluso aun cuando no se crean las mentiras.  

Esteban Bastida Martín

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